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Contexto Histórico
En México, la época colonial abarca desde el descubrimiento del continente americano en 1542, cuando España tenía el control absoluto de la ahora República Mexicana, hasta la Independencia de México, a principios del siglo XIX.
La arquitectura mexicana de esa época se enfocó principalmente en edificios religiosos católicos, debido a la necesidad de los españoles de evangelizar la llamada Nueva España.
El diseño de las ciudades era reticular (en forma de red) y contaba con numerosas plazas y monumentos, y al ser la iglesia, la representante absoluta de la religión católica, el edificio más importante para realizar la evangelización, que era el templo, se colocaba al centro de la ciudad, dándole jerarquía con respecto a las demás edificaciones.
Pero debido a la escasez de mano de obra calificada y a la ausencia de materiales adecuados, no fue posible seguir fielmente los cánones de los estilos establecidos por la iglesia en Roma, lo cual obligó a los conquistadores a combinar sus procesos constructivos con nuevos estilos y materiales.
Aquí es donde aparece una característica única de la arquitectura colonial mexicana, cuando se integran las corrientes artísticas vividas en Europa, como el estilo gótico o barroco, con el arte de las culturas prehispánicas.
Esto para poder conseguir la identificación de esas civilizaciones con la religión católica, lo anterior logró una mejor conversión de creencias religiosas en los pueblos conquistados.
Cabe destacar que los españoles no sólo se concentraron en la edificación de conventos y monasterios para apoyar fuertemente su tarea de evangelizar. También se dieron a la tarea de construir edificios destinados para la administración y para la planeación de las ciudades, casas, haciendas o palacios de los españoles conquistadores. No olvidemos que la América conquistada fue entregada a los Reyes Católicos de España por el Sumo Pontífice Alejandro VI a través de la llamada Bula Apostólica “Inter Caetera” del año 1492, la cual indicaba que todas las tierras (halladas y por hallar) pertenecerían a los Reyes de Castilla y León.
Orden Franciscana
Los franciscanos son miembros de una orden religiosa que sigue la regla de San Francisco de Asís. Los primeros franciscanos, llamada la Orden de los Frailes Menores, debido a su ideal de pobreza total, mismo que indica que no pueden poseer nada en común o individualmente, así como tienen prohibido aceptar dinero, por lo que viven día a día de su trabajo y la mendicidad.
Para 1226, fecha en que murió San Francisco de Asis, la orden se extendía desde Italia a Inglaterra, la Tierra Santa, y toda Europa. Los hermanos eran conocidos como los predicadores de la gente. Vestían una túnica gris con un cordón blanco en la cintura, por lo que su nombre Inglés Grey Frailes.

Desde el principio, hubo desacuerdos sobre la dirección que la orden debería de tomar, por lo que el ministro general franciscano, San Buenaventura, buscó un equilibrio entre los Conventuales, que quería adaptar su pobreza a las necesidades de la época, y los Spirituals, que quería una estricta pobreza, dicha pelea se intensificó durante el siglo XIV.
Finalmente la orden se estableció en tres tipos: los monjes Franciscanos, como la primera orden, las Clarisas, monjas franciscanas, que son el segundo orden y la tercera orden que comprende a los laicos, hombres y mujeres que combinan la oración y la penitencia con la actividad diaria. Muchas hermanas, hermanos y sacerdotes decidieron seguir el ideal franciscano en las comunidades afiliadas a la Tercera Orden. Aunque también cabe mencionar que hay comunidades franciscanas de la iglesia católica romana y la anglicana (o episcopales).
Llegada de la Orden Franciscana a la Nueva España
Corría el año de 1519 cuando Hernán Cortés y su flota llegaron a México. Tardó dos años en conquistar a los aztecas, para posteriormente colonizar todo el territorio mexicano y convertir a sus habitantes a la fe cristiana. Para lograrlo, monjes de distintas órdenes religiosas llegaron a México y se dispersaron por todo el territorio, levantando templos, monasterios y ciudades.
La orden franciscana fue la primera en llegar a los territorios americanos conquistados por los españoles, apenas tres años después de la caída de Tenochtitlan en 1521.
Los primeros doce Franciscanos desembarcaron en el Puerto de Veracruz encabezados por Fray Martín de Valencia, iniciando la evangelización de la Nueva España. Pronto la orden se propagó y se construyeron conventos en zonas importantes del centro de este territorio como Tlaxcala, Huejotzingo, Tepeaca y Ciudad de México.
Orden Franciscana en Puebla
En el año de 1529, previo a la fundación de Puebla, llegaron a este estado. Su primer contacto fue con la zona de Huejotzingo, donde comenzaron a edificar templos, siendo Fray Toribio de Benavente uno de los principales en arribar a estas tierras y tener contacto con los habitantes de la región.
El convento franciscano de la Ciudad de Puebla se encuentra ligado con los orígenes de la ciudad, ya que uno de los primeros doce, Fray Toribio de Benavente, fue quien ofició la misa de su fundación el 16 de abril de 1531.
Al siguiente año los franciscanos ya tenían asignados solares y agua para la edificación de un convento. Fray García de Cisneros, primer guardián de la fundación angelopolitana, tomó posesión de las tierras y con ayuda de los indios de Huejotzingo, construyó unos cobertizos, los cuales fueron el comienzo de la obra conventual.
El franciscano fray Toribio de Benavente, conocido también como “Motolinía” por su vida sencilla y pobre, nació en Benavente (Zamora, España) a finales del siglo XV, y murió en México, después de haber desarrollado una inmensa labor evangelizadora. Fue uno de llamados “12 Apóstoles de México”.
Su apellido era Paredes; adoptó el de su villa natal en la Orden Franciscana y el apodo de Motolinía (el pobre), con que es más conocido en Nueva España, al oírse llamar así por los indios. Ingresó en la Orden a los 17 años, siendo amigo de Fray Martín de Valencia, éste le llevó al nuevo mundo como predicador y confesor en el grupo de doce frailes que, para implantar definitivamente el cristianismo en Nueva España, partieron en 1524, siendo recibidos con suma reverencia por Hernán Cortés para impresionar a los indios.
Fray Toribio de Benavente se caracterizó por defender a los indígenas contra los abusos que se cometían en ellos. Esto le atrajo conflictos con las autoridades de la Ciudad de México constituidas por la primera y Real Audiencia. Los principales problemas comenzaron en 1529 cuando Motolinía se opuso a que la Real Audiencia encabezada por Nuño de Guzmán, la cual cobraría impuestos a los indígenas. Esto provocó la irritabilidad de la Real Audiencia y empezó una campaña en contra de Motolinía, acusándolo a él y a otros misioneros de rebeldes y usurpadores de funciones.
Motolinía fue perseguido durante los últimos 40 años de su vida, cambiando su nombre para ocultarse en la sierra de Tepectlán, actualmente Cañada de Morelos, Puebla, así como en Tecamachalco, Puebla, usando el pseudónimo de José Gregorio de Dios Anguiano. En el Archivo de Indias y en la Hemeroteca Pública de Madrid, España, se encuentra un acervo vasto de las comunicaciones secretas entre su pseudónimo José Gregorio de Dios Anguiano y su familia en Zamora, España.
El gobierno español de esa época otorgaba recompensa por él, debido a su insistencia a que los indígenas pagaran el «Diezmo» a la Corona. De 1555 en adelante, se sabe poco de Motolinía, aunque continuó ocupando puestos importantes dentro de la Orden Seráfica. Cuarenta y cinco años duraron sus trabajos misionales, hasta que falleció en el convento de San Francisco.
Se dice que el 9 de agosto de 1569, ya muy enfermo y próximo a morir, quiso celebrar la misa, y casi arrastrándose, sin dejar que le ayudaran, se acercó al altar y la celebró, donde murió al final de los ritos. De los doce primeros apóstoles de México, se dice que él fue el último en morir. Está sepultado en Cañada Morelos, Puebla
El 5 de Diciembre de 1980, un grupo de científicos e historiadores, en compañía con el entonces Obispo de la Diócesis de Tehuacán, Puebla, México y Tesorero General de la Mitra de la Iglesia Católica, Monseñor Rafael Ayala y Ayala, junto con el Historiador y Médico, Dr. Eduardo Ávila Camacho Villanueva, descubrieron los restos de Fray Toribio de Benavente, Motolinía, junto con Jacobo Benítez Vera, Párroco de San José Cañada Morelos, Puebla.
Historia del Convento de San Francisco
En el año de 1935 Fray Toribio de Benavente puso la primera piedra del templo franciscano, donde han estado situados por más de 400 años. En este mismo terreno establecieron su convento definitivo a la vera del camino real a Veracruz a la orilla del río que se llamaría de San Francisco.
La primera iglesia fue terminada por fray Miguel Navarro quien fue 14° provincial de la orden franciscana por tres años. En aquel entonces lo habitaban 16 frailes y tres o cuatro novicios. Se halla escrito en 1585 lo siguiente:
“En 1546 existía una construcción habitable, aunque continuaban las obras del convento y de la iglesia, decidiendo techarla con bóvedas, cuestión inusual y totalmente innovadora en el territorio. A pesar de no contar con alarifes o arquitectos suficientemente acreditados para la tarea, esta se concluyó con buenos resultados, a excepción del coro, siendo arreglado por el arquitecto Francisco Becerra. Con estas obras se concluyó la construcción de la iglesia y el convento en 1585”.
Posteriormente pusieron los cimientos del primer convento en 1585 y, una vez añadido el templo anexo, le dieron una función hospitalaria pensando en los religiosos del obispado de Tlaxcala.

Arquitectura
Al igual que todas las iglesias más emblemáticas de la ciudad de Puebla, la de los franciscanos pasó por varias reformas arquitectónicas y artísticas que han modificado su aspecto original, siendo una de las más importantes la renovación neoclásica de José Manzo y Julián Ordoñez en 1835, la cual desapareció en 1970 para devolver el ambiente de austeridad original.

Los conventos franciscanos son famosos por su estilo único, los recintos cuentan con un claustro bajo y celdas en la parte posterior. El atrio, las capillas, las posas* y los huertos también fueron características importantes de estas construcciones coloniales.
* Se le denomina “posa” a la solución arquitectónica empleada en los monasterios de la Nueva España en el siglo XVI, que consistía en cuatro edificios cuadrangulares abovedados ubicados en los extremos del atrio.
En documentos de la época se menciona que en 1673 «Se puso pila* y se empedró todo».
* La Pila era una fuente de agua situada en el centro del parque central de una población, y además de proveer de este valioso líquido, era un punto de reunión para los habitantes del pueblo.
Del conjunto original del siglo XVI, aún se conserva el portal de peregrinos y la capilla de la Tercera Orden, las cuales se han convertido en colegio y biblioteca respectivamente.
El convento y el templo continuaron siendo decorados y embellecidos hasta 1767 con varios periodos de inactividad que llegaban a durar hasta 10 años en los que reunían fondos para continuar las obras. Su edificio fue hecho de la cantera extraída del cercano cerro de San Cristóbal donde se hallan actualmente los fuertes de Loreto y Guadalupe, el sitio de la Batalla de Puebla.
Torre
Imagen Original de: http://deexpedicion.com/mexico2008/es/pueblaLa gran torre de 63 metros de altura del templo de San Francisco, es una aportación característica de los constructores poblanos, los cuales se hicieron famosos no solo por su temeridad, sino también por sus profundos conocimientos sobre el equilibrio y por la resistencia de sus materiales.
Se sabe que fue un padre de apellido Tapia quien fue quien inició la construcción de esta torre en el año de 1730 y en 1748 llegó a la altura de la cornisa. Posteriormente un hermano Lego* de nombre José Antonio de Sto. Domingo la continuó con la cantera, se le colocaron las campanas concluyendo la obra en el año de 1767.
* Los hermanos legos eran los que tenían como propósito el apoyo práctico en la gestión de talleres, granjas, cocinas y otras dependencias del monasterio, para dejar en libertad a los monjes de coro para orar y estudiar.
La Gran Torre se posa sobre un hueco sobre la bóveda de una pequeña capilla, su basamento de mampostería llega a la altura de la cornisa del templo, seguido de dos cuerpos de planta cuadrada y un remate ochavado siendo separados por gruesas cornisas, su construcción se compone de estructuras apilastradas con dos campaniles a cada lado.
Fachada Principal
La fachada principal de la iglesia de San Francisco es un ejemplo de las modificaciones que han tenido los templos poblanos a lo largo de los siglos. Durante el siglo XVIII se realizó el proyecto de reformar la sobria fachada del siglo XVI con cantera, ladrillo rojo y azulejo, con un diseño similar al de los retablos de madera del interior de las iglesias, tal y como la podemos apreciar hoy.
Siguiendo los modelos de la época, se combinaron tableros de loza blanca vidriada, conocida en nuestros días como Talavera Poblana, con ladrillo rojo. Cada uno de ellos presenta jarrones con ramos de flores polícromas ramas y hojas, como símbolo de la Inmaculada Concepción, protectora de la diócesis de Puebla.
Del lado del evangelio, se encuentra un tablero con azulejos que representan la Inmaculada Concepción con algunos de sus símbolos que provienen de la Letanía Lauretana: el sol, la escalera, el espejo, la palma, la fuente, la rosa, el pozo, la luna y la estrella. Del lado de la epístola, se encuentra un tablero con San Andrés y la cruz de su martirio.
También fueron colocados azulejos para formar cruces, debajo de las cuales se colocaron de manera desordenada azulejos que seguramente se reciclaron de otra obra, además se puede observar dos pequeños tableros con las imágenes de un águila bicéfala, símbolo de la familia de Carlos V de España y I de Alemania.
De las dos fachadas que se conservan de la iglesia de San Francisco, solo la lateral conocida Como Porciúncula* guarda el aspecto que debió tener en su construcción entre 1552 y 1570. Sobre la puerta se encuentra grabado sobre piedra un texto en latín: “Haec est Armae Militatae Nostrae”, que significa “He aquí el Arma de Nuestra Lucha” refiriéndose a la cruz que se encuentra en el nicho. Al centro de cada hoja de la puerta se esculpieron las imágenes de dos santos franciscanos: Juan Duns Scoto y San Antonio de Padua. Esta es la portada la más antigua de la cuidad
*El nombre Porciúncula significa «pequeña porción de tierra» y fue mencionado por primera vez en un documento que data de 1045 en los archivos de la Catedral de San Rufino, en Asís Italia.
5. Obras de Arte
Virgen Conquistadora o Virgen de la Conquista
Según la tradición, la llamada Virgen Conquistadora o Virgen de la Conquista fue traída por Hernán Cortés cuando llegó a con quistar estas tierras. Posteriormente, cuando se habían ganado los territorios para la corona española, se le obsequió al señor de Atlihuetzia, Gonzalo Acxotécatl Cacomitzin.
Fray Juan de Rivas, guardián del monasterio de Tlaxcala, le decomisó la imagen, llevándola a la iglesia de San Francisco en Puebla, donde se le construyó una capilla y se creó una cofradía, que en su momento llegó a ser una de las más importantes de la ciudad. Incluso en 1582 se hicieron averiguaciones jurídicas para corroborar la originalidad de esta imagen tan venerada.
La urna de plata que resguarda esta escultura tiene la forma de un águila bicéfala símbolo de la casa monárquica de los Habsburgo, de dónde provenía Carlos V, el emperador que gobernaba el Imperio Español cuando fue fundada la Ciudad de Puebla. Las características de la talla de la Conquistadora, han permitido conocer que es de origen medieval y que fue realizada en los talleres de Malinas, Flandes (antiguo nombre de una región de Bélgica) y que se comerciaban en Amberes para ser llevadas a América por los conquistadores como imágenes viajeras, fácilmente trasportables para ser colocadas en altares o nichos domésticos. También se les conoce con el nombre de imágenes arzoneras, ya que eran colocadas por los conquistadores en el arzón, bajo la silla del caballo.
Atlas Seraphicus
En la parte más alta se observa una pintura que se representa el “Atlas Seraphicus”, alegoría en la que se exalta el papel franciscano frente a la defensa del Dogma de la Inmaculada Concepción. La fuente original de esta pintura es el grabado de una obra de Peter Paul Rubens, que glorifica a los ancestros de la familia gobernante de España, descendientes de uno de los linajes de las familias que gobernaban Austria, llamados “Los Habsburgo”.

En el centro de la composición se colocó a San Francisco de rodillas como un poderoso atlas, cargando sobre su espalda tres esferas que representan a las tres órdenes franciscanas: masculina, femenina y legos que sirven como soporte a la Inmaculada Concepción. San Francisco recibe los estigmas de la crucifixión de un Cristo con alas de serafín.
Flanqueando la escena, del lado izquierdo, se observan algunos reyes y papas de la casa de los Habsburgo, representando la protección de este dogma por la familia reinante en España, mientras que del lado derecho hay un grupo de franciscanos que lanzan a la boca del infierno a los herejes protestantes que negaban la naturaleza sin pecado original de María.
En la parte superior se observan dos carros triunfales dirigidos por ángeles vestidos con el hábito de la orden. El de la izquierda es tirado por águilas y transporta algunos antepasados de la casa de los Austria, mientras que el derecho es llevado por leones que conducen varias mujeres con atributos de las virtudes cardinales. Estos carros simbolizan el triunfo del dogma, guiados por los franciscanos y tirados por animales que remiten a la monarquía española: el águila, símbolo de la casa imperial de los Habsburgo, y el león, emblema de la corona de Castilla.
El grabado que sirvió de modelo para esta pintura fue realizado por Paulus Pontius y fue utilizado varias veces en Puebla, como lo podemos apreciar en las obras conservadas en la iglesia del Barrio de los Remedios, en el Convento Franciscano de Santa María Magdalena en San Martín Texmelucan y en la iglesia de San Francisco Acatepec.
La pintura debajo del “Atlas Seraphicus” fue tomada de un grabado realizado por el italiano Pedro Bombelli y Arnold Van Whesternhout en 1789, para celebrar el decreto del 17 de Mayo del mismo año, en el que Clemente XIII publicó la beatificación de Sebastián de Aparicio. Además de éste, Bombelli elaboró 111 grabados que aparecieron bajo el título de “Colección de estampas que representan los principales pasos, hechos y prodigios del Bto. Fray Sebastián de Aparicio”, que se considera la obra más completa de imágenes en torno a la vida de este personaje. Algunos de estos grabados producidos en Roma a petición del fraile postulador de la beatificación, Mateo Jiménez, sirvieron de inspiración a Miguel Jerónimo Zendejas para las obras en la Capilla de la Virgen Conquistadora, como lo vemos en los pasajes donde se representa el momento en que Sebastián de Aparicio se embarca hacia Nueva España y en el que, ya siendo franciscano, es atacado por demonios
Lienzos Franciscanos
En los muros del templo de San Francisco se conservan tres lienzos de tema franciscano. El primero representa “Los frutos de la religión seráfica” como lo refiere la cartela que se encuentra en la esquina inferior izquierda de la obra.
En esta Apoteosis se puede observar un jardín amurallado con retratos de personajes de la orden, que simboliza el “Hortus Conclusus” o “Jardín Cerrado” mencionado en el texto bíblico “Cantar de los Cantares”. Entre los franciscanos que cuidan de este lugar, sobresale en el centro la figura de San Francisco, fundador de la orden, de cuya espalda nace el tronco del árbol genealógico de los franciscanos, tema principal de la obra.
A partir de esta idea se pintaron entre las ramas los retratos idealizados de monjas y frailes de la orden, organizados en conjuntos, como lo indica una de las cartelas: santos, beatos, escritores, papas, obispos, mártires, cardenales. En la parte central del árbol se observa a la Inmaculada Concepción, patrona de la orden, cuyo dogma fue defendido por los franciscanos y a la Santísima Trinidad.
La obra se encuentra firmada en el extremo inferior derecho por Cristóbal de talavera, pintor poblano, quien en la obra se denomina como maestro, con la intención de demostrar el rango obtenido, al ser examinado y acreditado por el Gremio de pintores para instalar un taller y tienda.
En un acto muy poco común en la pintura virreinal, el autor dejó la fecha exacta de la finalización de la obra: 9 de Enero de 1731, 11 meses antes de que muriera y fuera enterrado en la Iglesia del Hospital de San Roque. El modelo de la obra fue el grabado realizado por el burilista flamenco Peeter de Iode en 1625.
El segundo lienzo, obra de finales del siglo XVIII, representa a los primeros doce franciscanos que llegaron a la Nueva España, quienes llegaron en ese número para evocar a los apóstoles, ya que también misionaron y difundieron la palabra de Cristo.
Uno de los lienzos más dramáticos de la pintura poblana es el que tiene como tema “Los Mártires del Gorkum”, que representa el martirio de diecinueve frailes, llevados al patíbulo en Holanda durante la campaña militar apoyada por luteranos y calvinistas para retirar el control de España sobre esos territorios.
Esta obra no intenta ser un documento fiel de la realidad sino que, funciona como una pintura de propaganda a favor de la defensa de la fe cristiana, incluso padeciendo graves castigos al cuerpo. Por esta razón se hace énfasis en la crueldad, así vemos que uno de los frailes es destripado, otros son degollados, a uno más se le corta la nariz y finalmente, uno de ellos se encuentra en el piso mientras se le introduce una tea a su boca.
Las historias narran que el padre Pleck, fue suspendido en el aire por su propio cordón, que al romperse lo hizo caer al piso quedando inconsciente, por lo que sus verdugos decidieron introducir fuego en sus oídos y boca para constatar que estuviera muerto. La obra está firmada por el pintor poblano Luis Berrueco y fechada en 1731
Lienzos del Siglo XIII
Dentro de lo que fuera la antigua capilla de la Virgen Conquistadora, se encuentran varios lienzos de finales del siglo XVIII. Los laterales a la puerta muestran escenas de la vida de San Pascual Bailón y San Diego de Alcalá, mientras los de la nave y los cruceros narran la del patrono de la capilla, el Beato Sebastián de Aparicio.
Estas pinturas fueron realizadas por dos pintores distintos, por lo que presentan características diferentes, conociendo a uno de los autores: Miguel Jerónimo de Zendejas, quien realizó hacia 1802 una de estas series. En uno de estos conjuntos se pintaron cartelas que simulan en marcamientos de madera dorada, similares a la ornamentación de los retablos del siglo XVIII.
En la segunda serie se simularon placas de mármol, muestra del cambio estilístico que se dio a principios del siglo XIX, cuando se optó por el neoclásico, que utilizó formas más austeras trabajadas en piedra en lugar de la madera.
En la Nueva España la ausencia del material pétreo obligó a que se siguieran fabricando retablos y ornamentación en madera, decorándolas para que simularan mármol o jaspe. Varios lienzos de formato similar integran la vida del beato, los cuales fueron agrupados con marcos de madera, para tener lienzos de gran tamaño, reutilizando paisajes de otras obras para llenar los espacios faltantes. En estas obras no existe una secuencia lógica en el orden dentro de cada marco, por lo que sólo el conocimiento de la vida del Beato Sebastián puede permitir la identificación de los pasajes. La narración que se hace dentro de las pinturas no es sólo de carácter histórico o cronológico, sino también para resaltar la beatificación del fraile franciscano.
En los textos de las cartelas se exaltaron las virtudes de Fray Sebastián de Aparicio, por lo que es muy probable que las obras hayan sido realizadas para conmemorar su beatificación ocurrida en 1789.
Algunos versos contienen metáforas que comparan al nuevo beato con personajes del Antiguo Testamento como Sansón y Elías o héroes de la mitología clásica como Ulises. Este tipo de construcciones poéticas eran muy comunes para exaltar las virtudes de personajes como virreyes y obispos. Las obras que representan a San Diego de Alcalá y a San Pascual Bailón podrían tener la intención de enfatizar un rasgo común entre estos santos y el beato: que los tres fueron miembros de la comunidad franciscana, teniendo los cargos más humildes como cocineros, en el caso de los dos santos, o carretonero como el beato.
Vida y Obra de San Sebastián de Aparicio
Desde su nacimiento en Orense, España, las leyendas piadosas y los hechos milagrosos se fueron entretejiendo en su vida. Se cuenta que cuando estaba recién nacido contrajo una enfermedad durante una epidemia, por lo que su madre lo abandonó fuera de la ciudad, siendo rescatado por una loba que lo mordió, provocándole un sangrado que milagrosamente lo curó. Por esta razón se creía que tenía cierto poder e influencia sobre los animales.
Imagen Original de: http://contextodedurango.com.mx/noticias/2013/01/31/lo-recuerdas-42/lo-recuerdas-san-sebastian-de-aparicio-1A los 31 años, Sebastián dejó España para embarcarse y buscar suerte en las Indias Occidentales. Ya instalado en la Nueva España, según la leyenda, logró grandes avances en ella, pues introdujo el uso de las carretas, mejoró el camino de Veracruz a la Ciudad de México y creó el que iba de esta ciudad a Zacatecas. También se dice que pidió permiso para que los indígenas montaran a caballo e hicieran suertes con ellos, resultando de esto lo que actualmente conocemos como charrería. Incluso se narra que él cristianizó la fiesta indígena dedicada a los muertos cuando tenía su hacienda en Azcapotzalco.
Después de haber enviudado en dos ocasiones, decidió tomar el hábito franciscano a sus 71 años, no sin antes haber enfrentado la oposición de los frailes por su avanzada edad. Tras probar su vocación, fue aceptado en el convento de México y de ahí enviado a Tecali y a Puebla. Durante su vida de fraile, que duró veinticuatro años, se dedicó a recoger limosnas para mantener a sus hermanos, siendo un ejemplo de caridad, por lo que adquirió fama de “Varón Santo y Milagroso”. El 20 de Febrero de 1600 murió en el convento de Puebla, donde fue enterrado con gran concurrencia.
Origen de su Veneración
Tras su muerte comenzó un culto popular a este fraile, que cobró gran fuerza cuando en 1617, al hacerse los cimientos de la capilla de la Virgen Conquistadora se encontró su cuerpo incorrupto, que fue colocado en una mesa para ser venerado por los fieles. Esto provocó que se le arrancaran dedos, piel y hasta se llegara a robar su cabeza con el fin de obtener reliquias.
La cabeza fue recuperada en muy malas condiciones, por lo que se cubrió con una mascarilla de cera. Tras su beatificación en 1789, se permitió el culto público colocando sus restos en la urna que hasta hoy se conserva.
El Protector de los Choferes
El Beato Sebastián de Aparicio es el patrono de los choferes, ya que solía ir con sus carretas cargadas de leña, debido a que su oficio era el de carretonero. Por este motivo en la calle lateral de la iglesia se enfilan los autos recién comprados, que los dueños llevan adornados con moños y hojas de palmas, para ser bendecidos.
Cuenta otra leyenda que en el pueblo de San Sebastián de Aparicio, a las faldas de la Malinche, donde el Beato solía ir a rezar y ejercer vida contemplativa, encontraron dos nahuales (personas que se convierten en animales) y los quemaron vivos. Podría ser este el motivo por el que su imagen se asocia con peticiones relacionadas con actos de justicia implacables. Las peticiones y agradecimientos que sus devotos le dejan son dignos de leerse, ya que suelen ser como la siguiente: “Si no ha de ser mío [el Hombre Amado]mejor llévatelo”.
Hoy en día el templo y ex convento de San Francisco sigue siendo uno de los ejemplos principales de la arquitectura de la época colonial y del arte churrigueresco.
Siendo uno de los principales templos católicos miles de feligreses acuden para orar y venerar a sus imágenes sagradas, además también recibe a miles de turistas tanto nacionales como extranjeros.
El templo está ubicado en el Boulevard Héroes del 5 de Mayo en la Ciudad de Puebla, esta abierto diariamente de 7:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00 hrs. No tiene costo de entrada y se realizan recorridos turísticos continuamente.
Referencias:
- http://www.oumpuebla.com.mx/documents/GuiaPatrimonioReligiosoVF.pdf
- http://iteadjmj.com/MAIN/sfpue.pdf
- http://cvc.cervantes.es/artes/ciudades_patrimonio/puebla/paseo/convento_francisco.htm
- https://es.wikipedia.org/wiki/Templo_conventual_de_San_Francisco_(Puebla)
- https://es.wikipedia.org/wiki/Porci%C3%BAncula
- http://www.poblanerias.com/2014/10/templos-y-conventos-franciscanos-joya-arquitectonica-de-puebla/
- https://es.wikipedia.org/wiki/Capilla_posa
- https://es.wikipedia.org/wiki/Hermano_lego
Fuente: Angelópolis
Sin duda el Templo de San Francisco en la Ciudad de Puebla Capital es el pilar más firme de la Historia de la Ciudad de los Angeles en la certeza histórica de México.